Archivo mensual julio 25, 2024

Trastornos de la conducta alimentaria: Trastorno por atracón.

El Trastorno por Atracón (TA) es una afección alimentaria que ha ganado reconocimiento en la comunidad médica y psicológica por su prevalencia e impacto significativo en la salud física y mental de quienes lo padecen. Clasificado en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) de la American Psychiatric Association, el TA se distingue por episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos acompañados de una sensación de pérdida de control. Este artículo analiza las características, impactos y opciones de tratamiento del Trastorno por Atracón, basándose en la información del DSM-5.

Características del Trastorno por Atracón (TA)

El DSM-5 define el Trastorno por Atracón mediante los siguientes criterios:

  1. Episodios Recurrentes de Atracones: Los atracones se caracterizan por:
    • Consumo de una cantidad de comida significativamente mayor a la que la mayoría de las personas comerían en un periodo similar y en circunstancias similares.
    • Sensación de falta de control sobre la ingesta durante el episodio, como la incapacidad de dejar de comer o controlar qué o cuánto se está comiendo.
  2. Características Adicionales de los Episodios de Atracón:
    • Comer mucho más rápido de lo normal.
    • Comer hasta sentirse incómodamente lleno.
    • Comer grandes cantidades de comida sin sentir hambre física.
    • Comer solo debido a la vergüenza de cuánto se está comiendo.
    • Sentirse disgustado con uno mismo, deprimido o muy culpable después del atracón.
  3. Frecuencia y Duración: Para un diagnóstico formal, estos episodios deben ocurrir, en promedio, al menos una vez por semana durante tres meses.
  4. Ausencia de Comportamientos Compensatorios: A diferencia de la bulimia nerviosa, el TA no se asocia regularmente con comportamientos compensatorios inapropiados (como el vómito autoinducido, el uso indebido de laxantes, el ayuno o el ejercicio excesivo) para evitar el aumento de peso.

Impacto en la Salud y Comorbilidades

El Trastorno por Atracón puede tener diversas complicaciones físicas y psicológicas, entre ellas:

  • Problemas de Salud Física: El TA está estrechamente vinculado con la obesidad, que a su vez puede conducir a diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y otras complicaciones médicas.
  • Problemas Psicológicos: Este trastorno a menudo coexiste con otros trastornos psiquiátricos como la depresión, la ansiedad y otros trastornos alimentarios. La vergüenza y la culpa que acompañan a los episodios de atracones pueden exacerbar estas condiciones.

Tratamiento del Trastorno por Atracón

El tratamiento del Trastorno por Atracón es multidimensional, abarcando intervenciones psicológicas, farmacológicas y cambios en el estilo de vida:

  1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es uno de los tratamientos más efectivos para el TA. Ayuda a los pacientes a identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que contribuyen a los episodios de atracones, y a desarrollar estrategias para manejarlos.
  2. Medicamentos: Algunos medicamentos, como los antidepresivos, pueden ser útiles para controlar los síntomas del TA. También se están investigando otros fármacos que puedan ayudar a reducir los episodios de atracones.
  3. Terapia Interpersonal (TIP): La TIP se centra en mejorar las relaciones interpersonales que pueden contribuir al trastorno. Ayuda a los pacientes a desarrollar habilidades para resolver conflictos y mejorar su red de apoyo social.
  4. Modificación de la Conducta Alimentaria: Este enfoque implica aprender hábitos alimentarios saludables y formas de lidiar con el estrés sin recurrir a los atracones. Incluye la educación sobre nutrición y el desarrollo de un plan de alimentación equilibrado.

Síntesis

El Trastorno por Atracón es una afección compleja que afecta tanto la salud física como la mental de las personas. Es fundamental reconocer los episodios de atracones, sus características y el impacto que tienen en la vida de los pacientes. El tratamiento efectivo del TA requiere un enfoque integral que incluya terapias psicológicas, farmacológicas y cambios en el estilo de vida. A medida que se avanza en la comprensión de este trastorno, es esencial continuar mejorando las estrategias de intervención para proporcionar a los pacientes las mejores oportunidades de recuperación.

Bibliografía

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5).

Trastornos de conducta alimentaria: Anorexia nerviosa.

La anorexia nerviosa (AN) es un trastorno psiquiátrico crónico que se manifiesta mediante una restricción significativa de la ingesta energética en comparación con la recomendada para el individuo, lo que resulta en un peso corporal notablemente bajo considerando su edad, sexo, características físicas, desarrollo y salud física. Este trastorno se acompaña de un intenso miedo a ganar peso, presente incluso cuando la persona ya está por debajo del peso considerado normal. Además, los pacientes exhiben comportamientos que impiden el aumento de peso y una percepción distorsionada de su propio cuerpo y peso (APA, 2002).

Tipos de Anorexia Nerviosa

Anorexia Restrictiva

En el subtipo restrictivo, la pérdida de peso se debe principalmente a una restricción dietética, ayunos y/o ejercicio físico excesivo en los últimos tres meses (Bravo, Pérez y Plana, 2000).

Anorexia con Atracones/Purgas

Este subtipo incluye episodios recurrentes de atracones o purgas (vómitos autoprovocados o uso inadecuado de laxantes, diuréticos o enemas) en los últimos tres meses (Bravo et al., 2000).

Inicio y Evolución

La anorexia nerviosa suele aparecer entre los 15 y 19 años, aunque cada vez se observa más en edades más tempranas. Su origen es multifactorial, abarcando aspectos genéticos, neurobiológicos, hormonales, nutricionales, psicológicos, familiares y socioculturales (Portela et al., 2012).

Factores Ambientales

Los factores ambientales incluyen cambios en los patrones dietéticos, la influencia de los medios de comunicación, la personalidad perfeccionista, los estándares de belleza modernos y la autoestima.

Factores Neuroendocrinos

Se ha evidenciado la influencia de factores neuronales y hormonales en el inicio y mantenimiento de la AN. Por ejemplo, alteraciones en la actividad de los transportadores de serotonina y variaciones en su síntesis pueden afectar el estado de ánimo, el control de impulsos y los circuitos de recompensa implicados en la conducta alimentaria (Fuentes et al., 2010).

Crónicidad

La anorexia nerviosa puede volverse crónica en aproximadamente el 20% de los casos. Se estima que el 46% de los pacientes se recuperan, aunque existe un alto riesgo de recaídas, especialmente durante el primer año de tratamiento (Steinhausen, 2002).

Comorbilidades y Mortalidad

La AN está asociada a numerosas comorbilidades médicas y psiquiátricas. Aproximadamente el 70% de los individuos con AN presentan otra patología psiquiátrica, como síntomas depresivos, trastornos de ansiedad, autolesiones y abuso de sustancias. La AN tiene una elevada tasa de mortalidad (entre el 7% y el 10%), principalmente debido a complicaciones médicas derivadas de la malnutrición y el suicidio (Nielsen, 2001). La evaluación de pacientes con AN debe incluir un registro de conductas e ideas suicidas y antecedentes de tentativas de suicidio (Baile y González, 2014).

Alteraciones Vinculadas a la Anorexia

Alteraciones Metabólicas y Endocrinas

La amenorrea era un criterio diagnóstico clásico de la AN, pero se eliminó en la nueva clasificación DSM-5. Otros signos incluyen hipotermia, deshidratación, hipoglucemia, retraso de la pubertad y osteoporosis (Baile y González, 2014). En casos de inicio antes de la pubertad, puede haber un retraso o detención del crecimiento.

Alteraciones en el Sistema Digestivo

Los pacientes pueden presentar retraso en el vaciamiento gástrico, síndrome de intestino irritable y desequilibrios en la microbiota. La mayoría de estos síntomas mejoran con la realimentación y la normalización de las conductas alimentarias (Bravo, Pérez y Plana, 2000).

Alteraciones en el Sistema Cardiovascular

Son comunes las alteraciones cardiovasculares, como bradicardia, hipotensión, arritmias e insuficiencias cardíacas (Baile y González, 2014).

Alteraciones Orofaciales y Cutáneas

Se pueden observar infecciones en las glándulas salivales, caries, desgaste del esmalte dental, piel seca y amarillenta, pérdida de cabello y presencia de pelo lanugo (Baile y González, 2014).

Alteraciones Psicológicas

Las alteraciones psicológicas incluyen ansiedad, depresión, descontento con el cuerpo, sentimientos de culpa, distorsiones cognitivas, creencias irracionales, pensamientos obsesivos y disminución de la concentración (Raich, 2011, citado por Baile y González, 2014).

Síntesis

La anorexia nerviosa es un trastorno complejo que va más allá de la restricción alimentaria y la pérdida de peso. Afecta múltiples sistemas del cuerpo y tiene profundas implicaciones psicológicas y emocionales. La comprensión de sus múltiples facetas es crucial para el desarrollo de tratamientos efectivos y estrategias de prevención. A medida que continuamos investigando y mejorando nuestras técnicas de intervención, es esencial mantener una visión holística del individuo, considerando tanto los factores biológicos como los psicológicos y sociales que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de este trastorno. La lucha contra la anorexia nerviosa no solo implica tratar los síntomas visibles, sino también abordar las raíces subyacentes y apoyar la recuperación a largo plazo.

Bibliografía

  • American Psychiatric Association. (2002). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV-TR).
  • Baile, J. I., & González, M. (2014). Evaluación y diagnóstico en trastornos de la conducta alimentaria.
  • Bravo, M., Pérez, V., & Plana, M. T. (2000). Tratamiento de la anorexia nerviosa.
  • Fuentes, A., et al. (2010). Influencia de los factores neuronales y hormonales en la anorexia nerviosa.
  • Nielsen, S. (2001). Mortalidad en los trastornos de la conducta alimentaria.
  • Portela, J. M., et al. (2012). Factores de riesgo y protección en los trastornos de la conducta alimentaria.
  • Raich, R. M. (2011). Alteraciones psicológicas en la anorexia nerviosa.

Trastornos de conducta alimentaria: Bulimia nerviosa.

La bulimia nerviosa (BN) se caracteriza por episodios de atracones, seguidos de métodos inapropiados para evitar el aumento de peso. Las personas con BN tienen una autoevaluación fuertemente influenciada por su figura y peso corporal.

Atracones

Un atracón se define como el consumo de grandes cantidades de alimentos en un corto periodo, mucho más de lo que la mayoría consumiría en circunstancias similares. Las personas con BN suelen negar su delgadez o sobrevalorar su tamaño corporal, concentrándose en áreas específicas como el abdomen, cintura, caderas y muslos.

Inicio y Evolución

La BN generalmente comienza en la adolescencia o al inicio de la adultez y puede ser crónica o intermitente. Las personas afectadas suelen mantener su condición oculta durante mucho tiempo antes de buscar ayuda. Aunque el índice de masa corporal (IMC) de estos individuos suele ser normal, también pueden encontrarse casos de sobrepeso o anorexia temprana. En niños y adolescentes, se utilizan curvas de crecimiento para evaluar el peso.

Los atracones pueden ocurrir paralelamente a dietas restrictivas o ser desencadenados por estrés. Estados de ánimo alterados, situaciones estresantes, hambre intensa y sentimientos sobre el peso pueden ser factores desencadenantes.

Factores Emocionales

Las personas con BN suelen percibir su entorno como menos controlable y más estresante. Los atracones proporcionan un alivio momentáneo, pero también llevan a sentimientos de vacío y autodesprecio. Algunos individuos pierden totalmente el control durante los atracones, mientras que otros planean estos episodios con anticipación. La vergüenza y la culpa a menudo llevan a que los atracones se realicen en secreto.

Atracones y Ansiedad

Los atracones están relacionados con la “ansia por la comida”, un estado motivacional que impulsa la búsqueda y consumo de alimentos. Las mujeres con BN tienden a desarrollar comportamientos impulsivos y a experimentar ansiedad por la comida con mayor frecuencia. La ansiedad puede ser disparada por desequilibrios homeostáticos, propiedades placenteras de la comida, atribuciones cognitivas sobre la comida y la activación de estructuras neurales relacionadas con la motivación. Las limitaciones alimentarias y los estados de ánimo negativos también son posibles desencadenantes.

Influencia Social

Las personas con BN pueden considerar las consecuencias sociales al decidir sus comportamientos. Afrontar la ansiedad y culpa de un atracón puede parecer más manejable que enfrentar situaciones amenazantes para su integridad, como perder el trabajo o una relación. Es crucial considerar el contexto en el que ocurren los atracones, ya que lo que puede ser visto como excesivo en una situación normal puede no serlo en un festejo, por ejemplo.

Alimentos Seleccionados

Durante los atracones, se consume una gran cantidad de alimentos que normalmente no se comerían, a menudo dulces y alimentos de alto contenido calórico. Los sentimientos negativos resultantes conducen a conductas compensatorias inapropiadas, como vómitos autoinducidos, uso indebido de diuréticos y laxantes, ayunos prolongados y ejercicio excesivo. El vómito autoinducido es el método más común, a veces convertido en el objetivo principal del paciente.

Perturbaciones de la Imagen Corporal

Las perturbaciones de la imagen corporal en BN rara vez resultan directamente de los atracones, sino de disfunciones metabólicas. El abuso de diuréticos y laxantes puede causar hipopotasemia, con posibles consecuencias cardíacas, renales y musculares, y en casos graves, riesgo de muerte. La deshidratación provocada por estos comportamientos también puede llevar a una acumulación de líquidos, perpetuando aún más los hábitos perjudiciales.

Síntesis

La bulimia nerviosa es una condición compleja y multifacética que implica atracones y comportamientos compensatorios inadecuados, profundamente influenciada por la percepción del peso y la figura corporal. Su inicio suele ocurrir en la adolescencia o al principio de la adultez y puede tener un curso crónico o intermitente. Factores emocionales, sociales y biológicos juegan un papel crucial en su desarrollo y mantenimiento, lo que subraya la necesidad de un enfoque de tratamiento integral y personalizado.

Es fundamental reconocer la seriedad de esta enfermedad y proporcionar un entorno de apoyo y comprensión para aquellos que la padecen. Solo a través de la empatía, la psicoeducación y la intervención adecuada se puede ofrecer a las personas con bulimia nerviosa una oportunidad real de recuperación y bienestar.

Modelos neurocientíficos de las adicciones:🧠 Modelo del marcador somático aplicado a las adicciones

El modelo entiende la adicción como un problema en los sistemas del cerebro que nos ayudan a tomar decisiones. Estos sistemas incluyen aspectos como la motivación, las emociones, la memoria y la selección de respuestas. Según este modelo, nuestras decisiones están guiadas por señales emocionales, conocidas como “marcadores somáticos”, que nos ayudan a predecir los posibles resultados de nuestras opciones. Normalmente, estos marcadores emocionales, que se manifiestan como cambios en nuestro cuerpo (como en la respiración, los músculos, las hormonas o la actividad cerebral), nos proporcionan un contexto emocional que nos ayuda a tomar decisiones que son buenas para nosotros y que mantienen el equilibrio interno (homeostasis) (Damasio, 1994).

En el caso de las adicciones, el modelo sugiere que consumir ciertas sustancias repetidamente puede “secuestrar” los sistemas del cerebro que manejan nuestras motivaciones y emociones. Esto hace que las señales emocionales relacionadas con el consumo de la sustancia se vuelvan más importantes, impidiendo que las experiencias negativas asociadas a las consecuencias del consumo se conviertan en aprendizajes útiles.

Como resultado, estas señales emocionales afectan dos áreas clave del cerebro:

  1. El deseo urgente de consumir o craving: Esto es procesado por la ínsula, una parte del cerebro que maneja la percepción interna. Si esta área se daña, puede detener drásticamente el deseo de consumir y la conducta relacionada.
  2. La inclinación hacia recompensas inmediatas: Esto significa que la persona tiende a elegir la gratificación instantánea del consumo, ignorando las consecuencias negativas o inapropiadas de esas acciones.

Explica que el problema central de la adicción es que las personas tienen dificultad para usar sus emociones de manera adecuada al tomar decisiones. Esto lleva a que se tomen decisiones basadas en la recompensa inmediata del consumo de sustancias, ignorando las consecuencias futuras (lo que se conoce como “miopía hacia el

futuro”). Además, las personas tienden a repetir sus errores porque no pueden aprender de sus experiencias emocionales pasadas.

El modelo destaca tres grupos de sistemas cerebrales involucrados:

  1. Generación de señales emocionales: como la corteza orbitofrontal y la amígdala.
  2. Interpretación de estas señales en el cuerpo: como la ínsula y las cortezas somatosensoriales.
  3. Selección de la respuesta final: como el núcleo estriado y la corteza cingulada anterior.

Para evaluar a las personas con adicción, es crucial entender cómo toman decisiones, incluso después de largos periodos de abstinencia. Se ha visto que las alteraciones en la toma de decisiones persisten incluso años después de dejar de consumir (Tanabe et al., 2009).

Según el modelo, las intervenciones deben enfocarse en:

  1. Entrenar a las personas para que experimenten e identifiquen sus señales emocionales.
  2. Rehabilitar funciones cognitivas superiores, como la atención, la detección de errores, la inhibición de respuestas y la toma de decisiones.

En síntesis, la adicción altera la toma de decisiones al priorizar recompensas inmediatas y dificultar el aprendizaje de experiencias negativas, persistiendo incluso tras la abstinencia.

Bibliografía:

Damasio A (1994). El error de Descartes: Emoción y razonamiento en el cerebro humano. Barcelona: Crítica

Documento de Consenso para el Abordaje de las Adicciones desde las Neurociencias, 2009. Sociedad Española de Toxicomanías.

Modelos neurocientíficos de las adicciones 🧠 Modelo del “Daño en la Atribución de Relevancia y la Inhibición de Respuesta”

(Impaired-Salience Attribution and Response Inhibition; Goldstein y Volkow, 2002)

El modelo explica que la adicción ocurre porque dos sistemas en el cerebro no funcionan bien. Uno de ellos exagera lo bueno que son las drogas y menosprecia otras cosas buenas como la comida o las relaciones sociales. El otro sistema, que debería parar conductas inapropiadas como el consumo excesivo de drogas, también está dañado, lo que hace difícil detener ese comportamiento adictivo. Estos problemas afectan varias etapas de la adicción, desde el inicio hasta las recaídas, y también afectan cómo funciona la memoria, la motivación y la toma de decisiones en el cerebro. Por eso, para tratar la adicción, es importante trabajar en cómo el cerebro ve las recompensas y en mejorar la capacidad de controlar los impulsos y tomar decisiones adecuadas.

Los dos sistemas mencionados en el modelo son:

  1. Sistema de valoración motivacional de reforzadores: Este sistema evalúa la importancia y el valor de las recompensas. En la adicción, este sistema sobrevalora las propiedades reforzantes de las drogas y subestima la importancia de otras recompensas naturales como la comida o las relaciones sociales.
  2. Sistema de inhibición de respuestas: Este sistema se encarga de detener comportamientos inapropiados o no adaptativos. En personas con adicción, este sistema está dañado, lo que dificulta inhibir la conducta de consumo de drogas, incluso cuando es perjudicial.

Estos dos sistemas afectados juegan un papel crucial en el desarrollo y mantenimiento de la adicción, afectando diversas funciones cerebrales como la memoria, la motivación, la toma de decisiones y el control de impulsos.

Bibliografía:

Documento de Consenso para el Abordaje de las Adicciones desde las Neurociencias, 2009. Sociedad Española de Toxicomanías.

 

 

Modelos neurocientíficos de las adicciones 🧠 ; modelo de la transición impulsividad-hábitos compulsivos (Everitt y Robbins, 2005; Everitt et al., 2008).

El modelo sugiere que la adicción pasa de una fase inicial, donde las drogas se consumen por sus efectos placenteros, a una fase de dependencia, en la que el consumo se vuelve un hábito compulsivo, a pesar de sus consecuencias negativas. En la primera fase, las personas con altos niveles de impulsividad son más vulnerables. La transición entre estas fases ocurre debido a los efectos de las drogas en los sistemas del cerebro que manejan el aprendizaje y la ejecución de movimientos. La sobreestimulación de estos sistemas hace que los comportamientos relacionados con el consumo de drogas se vuelvan automáticos y más fáciles de activar. Como resultado, el comportamiento motivado por el deseo de obtener placer de las drogas se convierte en un comportamiento automático e inflexible, en el que la persona pierde el control motivado sobre su consumo. En esta etapa, no importa tanto el “qué” (el placer de las drogas) sino el “cómo” (el hábito automático de consumir).

Esta transición significa que el control del comportamiento pasa de una parte del cerebro (la corteza prefrontal) a otra (los ganglios basales). Dentro de los ganglios basales, el control se desplaza de una región que tiene muchas conexiones con otras áreas del cerebro (núcleo accumbens) a una región que se encarga de movimientos automáticos (núcleo estriado dorsal).
Para evaluar a las personas con adicción, es importante examinar detalladamente diferentes aspectos de impulsividad y compulsión. Esto incluye pruebas para ver cómo controlan sus respuestas, cómo manejan las demoras en las recompensas, y cómo reflexionan e impulsan sus decisiones. También se puede usar imágenes del cerebro para ver cómo progresa la adicción en diferentes regiones.

Bibliografía:
Documento de Consenso para el Abordaje de las Adicciones desde las Neurociencias, 2009. Sociedad Española de Toxicomanías.

Modelos neurocientificos de las adicciones 🧠; el modelo de alostasis y estrés.

La principal idea del modelo de alostasis y estrés (Koob y Le Moal, 1997, 2008) es que la adicción se desarrolla debido a un cambio en cómo se controla la motivación de una persona. En lugar de buscar recompensas y placer, la adicción se convierte en un mecanismo para reducir el estrés y el malestar, intentando mantener un equilibrio falso llamado “alostasis”. Este cambio ocurre debido a dos cosas:

1) Disminución de la función del sistema de recompensa: normalmente, este sistema nos motiva a hacer cosas que nos traen placer. Pero con el tiempo, se vuelve menos efectivo y necesitamos más estímulos para sentirnos bien. Esto significa que se requieren más y más drogas para alcanzar un estado de no-malestar.

2) Hiperactivación de los sistemas de anti-recompensa o estrés: estos sistemas, que normalmente ayudan a equilibrar los efectos placenteros de las drogas, comienzan a tomar el control. En lugar de solo contrarrestar el placer, ahora dominan la motivación, haciendo que el cuerpo se centre más en evitar el malestar y el estrés.
Cuando una persona se vuelve adicta, su cerebro experimenta cambios significativos. Inicialmente, el sistema de recompensa se vuelve menos sensible con el uso repetido de drogas. Al mismo tiempo, los sistemas cerebrales que manejan el estrés y contrarrestan los efectos placenteros de las drogas se activan de manera excesiva.

Esto crea un ciclo de refuerzo negativo, donde el craving se mezcla con emociones negativas y estrés cuando no se consume la droga. Las áreas clave del cerebro involucradas incluyen la amígdala, que maneja las emociones, y el sistema hipotalámico-hipofisiario-adrenal, que regula las respuestas al estrés.

Además, las áreas responsables de la toma de decisiones y el control emocional, son afectadas, lo que dificulta la capacidad de la persona para regular emociones y motivaciones, aumentando así la vulnerabilidad a la adicción y complicando la recuperación. El modelo plantea que es crucial entender cómo  se sienten emocionalmente las personas con adicciones y cómo eso afecta su pensamiento y toma de decisiones. Durante la rehabilitación, es importante considerar cómo el estrés emocional puede aumentar el deseo intenso de consumir drogas y llevar a recaídas. Esto nos ayuda a diseñar mejores tratamientos que aborden no solo la adicción en sí, sino también los estados emocionales que la rodean.

Bibliografía
Documento de Consenso para el Abordaje de las Adicciones desde las Neurociencias, 2009. Sociedad Española de Toxicomanías.

Adicción y Neuroadaptaciones 🧠: Una Mirada al Modelo de la Sensibilización al Incentivo.

En los últimos diez años, se han propuesto varias teorías para entender mejor cómo funciona la adicción. Antes, se pensaba que la adicción estaba principalmente relacionada con la búsqueda de placer a través del circuito de recompensa, que involucra la dopamina. Sin embargo, las ideas actuales han cambiado esta perspectiva.
Ahora sabemos que el consumo compulsivo de drogas no se trata solo de buscar placer, sino que está más relacionado con la motivación.

La idea principal del modelo de la sensibilización al incentivo (Robinson y Berridge, 1993, 2008) es que cuando una persona usa drogas repetidamente, puede causar cambios duraderos en el cerebro. Estos cambios ocurren específicamente en las neuronas y circuitos cerebrales que normalmente nos ayudan a identificar qué cosas en nuestro entorno son importantes y valen la pena.

En condiciones normales, este sistema cerebral nos motiva a buscar cosas que necesitamos o que son buenas para nosotros, como comida o logros. Sin embargo, cuando una persona usa drogas una y otra vez, el cerebro puede empezar a cambiar y adaptarse de manera que las drogas se vuelven extremadamente importantes.
Estos cambios, llamados neuroadaptaciones, hacen que las drogas se conviertan en una prioridad para el cerebro. Entonces, cuando una persona piensa en las drogas o las ve, su cerebro responde con mucha energía y motivación para conseguirlas. Este proceso es clave para entender por qué las personas se sienten tan impulsadas a buscar y consumir drogas, incluso si saben que es perjudicial.

El modelo menciona dos conceptos importantes: “liking” y “wanting”.
Liking (gustar) se refiere al placer inmediato que se siente al consumir una droga. Es la sensación de disfrute que la droga produce.
Wanting (desear) se refiere a la motivación y deseo de buscar la droga. Es la necesidad intensa de conseguir la droga, que puede persistir incluso cuando el “gustar” disminuye.
Cuando una persona usa drogas repetidamente, los cambios en el cerebro pueden hacer que el “wanting” se vuelva mucho más fuerte que el “liking”. Esto significa que la persona puede seguir deseando y buscando la droga intensamente, incluso si ya no la disfruta tanto como antes. Este desequilibrio entre “wanting” y “liking” es una parte crucial de la adicción.En síntesis, el modelo plantea cómo el uso repetido de drogas puede reprogramar el cerebro, haciendo que las drogas se vuelvan una necesidad urgente y difícil de resistir.

Bibliografía:
Documento de Consenso para el Abordaje de las Adicciones desde las Neurociencias, 2009. Sociedad Española de Toxicomanías.

La Adolescencia: Un Viaje de Cambios Físicos, Cognitivos y Sociales

Por adolescencia solemos entender la etapa que se extiende (a groso modo) desde los 12 – 13 años hasta aproximadamente el final de la segunda década de la vida. Se trata de una etapa de transición en la que ya no se es niño, pero en la que aún no se tiene el estatus de adulto (Palacios, 2014, pág 434).

En la cultura occidental la etapa evolutiva “adolescencia” es en cierto punto un producto del siglo XX. “La cultura adolescente” como describe Palacios (2014), se caracteriza por tener sus propias modas, hábitos, estilo de vida, valores, por tener preocupaciones e inquietudes que, si bien aún no se relacionan a la de los adultos, ya no son parte de la infancia. En la misma cultura occidental pero años atrás o en culturas diferentes a la nuestra, existe una incorporación del niño al mundo adulto en una edad temprana y sin un punto medio (sin adolescencia). En sociedades menos desarrolladas, incluso existen un

a serie de ritos asociados al comienzo de la pubertad y a los cambios físicos que esto conlleva.

Es importante destacar las diferencias entre adolescencia y pubertad. Llamamos pubertad al conjunto de cambios físicos a lo largo de la segunda década de vida en donde el cuerpo infantil se transforma en el de un adulto. Llamamos adolescencia a un período psicosociológico que se prolonga varios años más y se caracteriza por ser el “puente” o transición de la infancia a la adultez (Palacios, 2014, pág 436). Como mencionamos anteriormente, la adolescencia no es necesariamente universal y no tiene las mismas características en todas las culturas.

Desarrollo Cognitivo

“Los adolescentes a menudo combinan el orgullo, la lógica y la emoción de formas que contrastan con los procesos cognitivos de las personas mayores” (Berger, 2007, p.465). Estos modos de pensamiento se denominan: egocentrismo adolescente, pensamiento operacional formal y pensamiento posformal. El egocentrismo refiere al pensamiento de los adolescentes a favor de sí mismos y de que imaginan que las demás personas pueden estar pensando en ellos, tales hipótesis las asumen como verdaderas. Estas percepciones pueden estar distorsionadas por la compenetración que tienen sobre sí mismos, se da mucho aproximadamente entre los 10 y 13 años. Se consideran individuos especiales (y más aún en el plano social) de lo que realmente son. Por lo tanto, le es difícil imaginar la perspectiva de otro sujeto y esto genera que el comportamiento del otro se tome como algo personal. Por ejemplo, una crítica por parte de un docente podría llevarlos a una conclusión errónea de que no le agradan a nadie. Por otra parte, un comentario casual de índole positivo puede conducir a un pensamiento de “soy un genio” o de “todos me aman”. Dentro de este egocentrismo adolescente se pueden evidenciar varios aspectos: el mito de invencibilidad, el mito personal, y el público imaginario. El mito de invencibilidad refiere a la idea que tienen de ser no vulnerables a personas o situaciones que les puedan provocar daño (invencibles como serían los superhéroes). Por ejemplo, al andar en moto sin casco y a altas velocidades haciendo piruetas, creen que no van a sufrir las consecuencias de un accidente. O que tampoco les pasará nada a diferencia del resto si consumen drogas o mantienen sexo sin protección, “cuando realizan cualquiera de estas cosas (como muchos lo hacen) y escapan al daño inmediato (como la mayoría), el alivio temporal no los hace sentir afortunados y agradecidos, sino especiales y orgullosos” (Berger, 2007, p.466). En el mito personal los adolescentes se perciben como individuos destinados a ser heroicos o legendarios, con una vida única llena de talentos. Pueden llegar a considerar a los integrantes de sus familias como seres ignorantes o totalmente por debajo de su nivel. Incluso algunos pueden llegar a pensar que no conviven con su verdadera familia biológica, sino que han sido adoptados o cambiados al nacer (este pensamiento lleva por nombre fantasía del niño expósito). El público imaginario es el pensamiento de creer que todos los observan y están pendientes de su apariencia, conductas e ideas. Como consecuencia tienden a fantasear con las reacciones que los demás tendrán sobre él. Creer que todo gira en torno a su persona los vuelve muy conscientes sobre sí mismos, esta conciencia personal sobre su apariencia es mayor entre los 10 y 14 años. 

La audiencia imaginaria puede hacer que un adolescente entre en una sala atestada de gente creyendo que es el ser humano más atractivo. Podrían teñirse el pelo color fucsia o tocar música a todo volúmen para centrar la atención en ellos. También puede ocurrir lo contrario, los adolescentes podrían intentar evitar a todos para que no noten una imperfección en su mentón, o una mancha en su manga. (Berger, 2007, p.467)

Cambios Físicos

La composición del cuerpo entre niños y niñas es esencialmente igual con excepción de los órganos sexuales. Pero al finalizar los procesos de cambios generados en la pubertad, estas semejanzas iniciales mutarían a diferencias claramente identificables. En lo que refiere a los caracteres sexuales primarios, los órganos reproductores son distintivos para cada sexo. En los caracteres sexuales secundarios los cambios se generarían en un crecimiento de vello facial, cambio en la voz, ensanchamiento de los hombros (en los chicos), crecimiento del pecho y ensanchamiento de las caderas (en las chicas) (Palacios, 2014, pág 441). Todo esto, producto de una serie de mecanismos hormonales que se inician debido a la actividad del hipotálamo, es este quien envía señales a la hipófisis para la secreción de hormonas gonadotróficas. Son estas las hormonas que estimulan el desarrollo y la producción de gónadas y hormonas sexuales. Las hormonas responsables de los cambios físicos en la pubertad son la testosterona en chicos y la progesterona en chicas.

La pubertad en sí, es un proceso gradual de varios años de duración en el cual el adolescente experimenta cambios significativos. A la par de la alteración física, los adolescentes atraviesan procesos de cambio psicológicos que afectan sus formas de pensar, hacer y sentir. Es ejemplo de esto la influencia de las hormonas sexuales sobre el deseo y la actividad sexual, sobre la irritabilidad, agresividad o sobre la inestabilidad emocional (Connolly, Paikoff y Buchanan, 1996, como se menciona en palacios). Todos estos efectos psicológicos se encuentran mediados o afectados por factores sociales (entorno en el que el adolescente se relaciona) o factores psicológicos previos. Chicos y chicas viven el proceso de cambios en pubertad de manera diferente, pero para los estereotipos sociales con los que convivimos hoy, las chicas pueden estar en desventaja. Mientras que el aumento de masa muscular es importante para las habilidades físicas y deportivas en chicos, en las chicas este aumento corporal no va de la mano con el estereotipo de belleza “ser delgada”. Dependiendo de cada caso y de cada adolescente, es una situación que puede traer consecuencias en temas de alimentación (anorexia y bulimia) entre otros. La menarquía (o menstruación) puede generar reacciones negativas en las chicas adolescentes debido a una falta de información previa acerca del acontecimiento y sus síntomas.

Identidad

En los primeros años los adolescentes experimentan muchos “yo” posibles. Diferentes percepciones de quienes en realidad son, quienes son en distintos contextos o grupos y quienes serían capaces de llegar a ser. Son conscientes que su conducta cambia según el contexto o circunstancias y entre estas múltiples conductas adoptadas, se preguntan cuál es el “yo real” (Berger, 2007). Suelen adoptar un “yo falso”, por lo que actúan de manera contraria a como en verdad son. Estos “yo” falsos y contradictorios entre sí suelen darse con más frecuencia al inicio y sobre la mitad de la adolescencia. El objetivo final es el logro de la identidad. “Los adolescentes establecen su propia identidad al reconsiderar todos los objetivos y valores establecidos por sus padres y la cultura, al aceptar algunos y al rechazar otros”  (Berger, 2007, p.496). Lo opuesto a este logro de identidad se denomina difusión de la identidad.(identidad difusa) Consiste en un estado de apatía sobre todos los roles en donde no son capaces de completar tareas de los estudios, hacer nuevos amigos, encontrar un empleo y pensar en su futuro. Para ellos nada es importante o todo les da igual o se dedican a dormir mucho, mirar tv o dedicarse a los videojuegos.

La identidad prematura( hipotecada)  ocurre cuando los jóvenes adoptan roles y costumbres ya sean de sus padres o de la cultura en la que viven sin cuestionarlos, no exploran otras alternativas para forjar su identidad. Un ejemplo de esto sería un adolescente que decide dedicarse al mismo oficio que su padre para seguir sus pasos. Al llegar a la etapa adulta los sujetos que adoptaron este tipo de identidad (prematura) comienzan a cuestionarse por qué se convirtieron en lo que son (por ejemplo médico, político, sacerdote, etc) encontrándose así a la deriva sin un soporte para su propia elección (Berger, 2007). En caso de que el adolescente no pueda encontrar alternativas que le sean propias y que los roles que los adultos ofrecen puedan ser no atractivos o resultar inalcanzables, estas situaciones o expectativas pueden generar en ellos una reacción de identidad negativa. Los jóvenes adoptarían una identidad totalmente contraria de lo que se espera de ellos (por ejemplo la hija de un sacerdote se convierte en prostituta o el hijo de un profesor se niega a cursar secundaria). Una versión de la identidad negativa es la identidad oposicional (Ogbu, 1993), que ocurre cuando un adolescente rechaza la cultura dominante y adopta estereotipos negativos exagerándolos. Por ejemplo, algunos jóvenes homosexuales se llaman a sí mismos orgullosamente “maricas” y algunos estadounidenses negros están orgullosos de ser los “más malos” (Berger, 2007,  p.498).

En cuanto a los contenidos que los adolescentes suelen incluir en el concepto de sí mismo, hay que destacar que los cambios físicos propios de la pubertad les obligarán a revisar la imagen que hasta entonces habían construido para incluir los nuevos rasgos que empiezan a configurar su nuevo cuerpo de adulto (Palacios, 2014 p.472).

 

Durante la niñez los procesos de socialización suelen actuar eficazmente, de forma que antes del inicio de la adolescencia niños y niñas han ido ajustando sus valores, actitudes y comportamientos a los roles que la sociedad define para cada sexo (Palacios, 2014, p.486). Debido a los cambios en la pubertad, a los adolescentes se les cataloga en un cierto estereotipo que tienen que cumplir. Por ejemplo, las chicas tienen que tener buenas calificaciones o estar arregladas, mientras que los chicos tienen que ser buenos en los deportes. (Palacios, 2014).         

Desarrollo Social

En principio no cabe esperar transformaciones radicales en el desarrollo social con la llegada de la adolescencia, ya que se mantiene cierta continuidad con los años de infancia que le precedieron. Sin embargo, es razonable pensar que todos los cambios físicos y psicológicos que experimenta el adolescente repercutirán sobre las relaciones que establece en todos aquellos contextos en los que participa como la familia, el grupo de iguales, o la escuela  (Palacios, 2014, pág 494). Si bien durante la adolescencia tienen lugar una serie de cambios en la relación que chicos y chicas establecen con sus padres, estos cambios no tienen que suponer necesariamente la aparición de conflictos graves. Al parecer, la pubertad coincide con el momento de mayor conflictividad y a lo largo de la adolescencia, el número de conflictos entre padres e hijos tiende a disminuir. Estos conflictos producidos suelen relacionarse con aspectos de la vida cotidiana tales como las tareas de casa, las amistades, la forma de vestir o la hora de volver a casa, etc (Palacios, 2014, pág 495). Como ha señalado Smetana (como se menciona en Palacios, 1989), estos conflictos suelen originarse porque mientras que los adolescentes consideran estos asuntos como aspectos de su vida privada (que les incumben sólo a ellos), sus padres aún se consideran con el derecho a establecer reglas al respecto. También es frecuente que la percepción que el adolescente tiene de sus padres experimente una clara desidealización, y la imagen que tienen de unos padres omnisapientes y todopoderosos (propia de la infancia) será reemplazada por otra mucho más realista, en la que tendrán cabida defectos y virtudes.

Hay distintas razones que pueden justificar este cambio en las relaciones familiares tras la pubertad. En primer lugar, hay que destacar los cambios cognitivos ya mencionados, cambios que van a afectar a la forma en que piensan sobre ellos mismos y sobre los demás. Otro es que chicos y chicas empiezan a pasar cada vez más tiempo con sus pares, lo que les permitirá una mayor experiencia en relaciones horizontales o igualitarias que puede llevarles a desear un tipo de relación semejante a la de su familia. La situación más frecuente es la de hijos que desean más independencia de la que sus padres están dispuestos a concederles. Una vez pasado este primer momento, los padres suelen flexibilizar su postura y los hijos irán ganando poder y capacidad de influencia, produciéndose una disminución de conflictos en la adolescencia media y tardía (Palacios, 2014, pág 496).

Otro tópico bastante extendido es el que considera al adolescente como un individuo aislado en su mundo y que ha cerrado todos los canales de comunicación con su familia. Aunque en algunos casos pueda darse una ruptura total de la comunicación, en general, la mayoría de adolescentes suelen hablar con sus padres acerca de muchos de los temas que les preocupan. Larson y Richards (como se menciona en Palacios, 1994) encontraron que entre los 9 y los 15 años se produce una clara reducción en el tiempo que chicos y chicas pasaban interactuando con su familia en actividades colectivas, como por ejemplo ver juntos la televisión o charlar. Este tiempo es sustituido por estancias solitarias del adolescente en su cuarto y por relaciones con el grupo de amigos. Aquí se identifica como fundamental el papel moderador que el contexto familiar juega en la relación existente entre la autonomía emocional y la adaptación del adolescente. Los datos disponibles en la actualidad apoyan la hipótesis de que el medio familiar óptimo para el desarrollo y la autonomía del adolescente es aquél que en las relaciones de los padres con los hijos combina el afecto con el favorecimiento de la individualidad mediante conductas que estimulan la autonomía cognitiva y la iniciativa propia, como por ejemplo, favoreciendo la discusión, el intercambio de puntos de vista entre padres e hijos y la adopción de opiniones propias por parte de estos últimos. También el control y la supervisión de la conducta del adolescente resulta fundamental durante esta etapa evolutiva, ya que muchos de los problemas de conducta que surgen están relacionados con un escaso control parental.

Pasando al ámbito de las relaciones horizontales, los vínculos de amistad no son exclusivos de la adolescencia, pues niños y niñas dedican una parte importante de su tiempo a jugar con amigos; sin embargo, se producen algunos cambios importantes en este tipo de relaciones. Al llegar a la adolescencia, estas relaciones gozarán de una mayor estabilidad sin que el alejamiento físico o temporal de los amigos suponga el fin de la relación. Probablemente, como consecuencia de la maduración cognitiva y del tiempo que dedican a hablar de sí mismos, los adolescentes irán comprendiéndose mejor unos a otros, lo que va a repercutir en que las relaciones con los amigos estén marcadas por la reciprocidad, en el apoyo y ayuda de unos a otros mostrando un mayor comportamiento prosocial (Palacios, 2014, pág 504). Las relaciones con los iguales sobre todo con los amigos van a constituir una experiencia muy gratificante que enriquecerá la vida del joven. Otra consecuencia positiva que pueden tener las amistades es la de proporcionar apoyo instrumental para la resolución de determinados problemas prácticos, así como información sobre diferentes temas como relaciones personales, sexualidad o asuntos académicos. A pesar de la intensidad de las relaciones con los iguales, será frecuente que al inicio de la adolescencia chicos y chicas experimenten ciertos sentimientos de soledad, probablemente por encontrarse en una situación de transición entre la vinculación afectiva con los padres propia de la infancia y el establecimiento de las intensas amistades juveniles. Si durante los años escolares los padres estaban muy por encima de otras influencias, al llegar a la adolescencia tendrán que compartir su influencia con los iguales. De todas maneras, está claro que no todos los compañeros tienen la misma capacidad de influencia. Sin duda, los amigos íntimos tendrán más capacidad de influir que quienes son sólo amigos superficiales, y éstos más que quienes no lo son. Más bien cabe pensar que padres y amigos no compiten entre sí, sino que representan influencias complementarias que satisfacen diferentes necesidades del joven (Palacios, 2014, pág 507).

Tal vez uno de los temas más populares al hablar del período de la adolescencia es el desarrollo de la sexualidad. El aumento del impulso sexual, unido a la imitación de los comportamientos adultos. Esto favorece a que chicos y chicas empiecen a acercarse con interés al otro sexo. En el contexto del grupo o pandilla mixta es donde chicos y chicas van a empezar a sostener sus primeras citas; después, en la medida en que vayan ganando soltura y sintiéndose más cómodos en estas relaciones empezarán a tener citas fuera del amparo del grupo. Estas primeras relaciones de pareja son muy importantes para la vida social y emocional de chicos y chicas, y su calidad está asociada al grado de ajuste socioemocional. En sus primeras citas, aprenden a interactuar con personas de distinto sexo, se divierten, experimentan los primeros escarceos eróticos y mejoran su prestigio ante el grupo de iguales, sobre todo cuando son vistos con una pareja muy deseable. Por ello, no es extraño que para sus primeras citas prefieran parejas que tengan mucho prestigio y sean muy valoradas por sus compañeros. Furman y Wehner (como se menciona en Palacios, 1994) argumentan que las relaciones de pareja durante la adolescencia temprana satisfacen cuatro tipo de necesidades: sexuales, de afiliación, de apego, y de dar y recibir apoyo.

Según Palacios, la influencia social es en este terreno contradictoria: por un lado, se ejerce una importante presión para controlar y retrasar las manifestaciones sexuales durante este período; por otro, encontramos una creciente erotización de la sociedad a través de los medios de comunicación, especialmente en los mensajes dirigidos a jóvenes. No debe, pues, extrañarnos que nos encontremos con importantes problemas en este área: insatisfacción, falta de información, embarazos no deseados, etc. El alto grado de intimidad que chicos y chicas alcanzan en sus relaciones de amistad, unido a las necesidades afectivas y sexuales de este período, hace que las relaciones homosexuales no sean infrecuentes entre adolescentes. Sin embargo, la mayor parte de ellos no va a continuar con este tipo de relaciones durante la adolescencia tardía o la adultez. También vamos a encontrarnos con el caso contrario; chicos y chicas que a pesar de sostener relaciones heterosexuales, comenzarán a forjar una identidad y una orientación de carácter homosexual. Se trata de un proceso lento que suele comenzar sobre los 13 años en el que caso de los chicos y sobre los 15 entre las chicas, y que se manifiesta por la falta de interés por las relaciones heterosexuales y el surgimiento de los primeros deseos hacia otros adolescentes de su mismo sexo, y que suele culminar al final de la adolescencia con la definición de una identidad homosexual (Savin-Williams y Rodríguez, 1993 como se menciona en Palacios).

Dentro de los contextos educativos, durante la adolescencia, la disminución del rendimiento académico, la menor motivación hacia las tareas escolares, la falta de asistencia a clase o el abandono de la escuela, son fenómenos que irrumpen con fuerza al inicio de la educación secundaria. También se van a producir cambios importantes en el funcionamiento de las aulas. Así, en las clases de secundaria el profesor suele ejercer un mayor control y una disciplina más estricta que en primaria (Palacios, 2014, pág 515).

Síntesis

La adolescencia es una etapa de transición entre la niñez y la adultez, que generalmente abarca desde los 12-13 años hasta finales de la segunda década de vida. Caracterizada por cambios físicos y psicosociales, esta etapa no es universal y varía según las culturas. En la cultura occidental, la adolescencia se ha establecido como una fase con modas, hábitos y valores propios, distinta de la infancia y la adultez.

Durante la adolescencia, los jóvenes experimentan cambios físicos significativos debido a la pubertad, que incluyen el desarrollo de caracteres sexuales primarios y secundarios. Estos cambios están influenciados por hormonas como la testosterona y la progesterona. Además, los adolescentes atraviesan un desarrollo cognitivo que incluye el egocentrismo, el pensamiento operacional formal y el pensamiento posformal, lo que afecta su percepción de sí mismos y de los demás.

La identidad también es un aspecto crucial en esta etapa, con adolescentes explorando diferentes roles y valores antes de consolidar su propia identidad. Las relaciones sociales se transforman, con un aumento en la importancia de las amistades y cambios en la dinámica familiar.

El desarrollo de la sexualidad y las primeras relaciones de pareja también son significativos durante la adolescencia, influenciados por la socialización y la educación. La transición a la secundaria puede presentar desafíos académicos y de motivación. En resumen, la adolescencia es una etapa compleja y multifacética, marcada por importantes cambios físicos, cognitivos y sociales.

 

Bibliografía

Berger, K. (2007). Psicología del desarrollo, infancia y adolescencia. Madrid, España: Editorial  Médica Panamericana.

Coll, C. Marchesi, A. Palacios, P. (2014). Desarrollo psicológico y educación 1. Psicología evolutiva. Madrid, España: Editorial Alianza

La Pena de Muerte en relación con los Derechos Humanos y Princípios Éticos.

Antecedentes

En antiguas  culturas antes de cristo, por ejemplo, China, India, Japón, Egipto y Siria, se establecieron castigos crueles  fundamentados en provocar miedo en el espectador y su entorno social, no sólo con las penas de muerte, sino con actos como amputaciones de nariz o lengua, mutilaciones de pies o manos, castración, descuartizamiento, decapitación, marcas a hierro, picamiento de los ojos con hierro caliente, extendiendo estos  castigos también a los miembros de la familia (padres, hijos y hermanos). Las ejecuciones públicas eran espectáculos a la luz del día, la pena de muerte era un  mensaje claro sobre las dimensiones políticas, éticas y estéticas de la dominación por parte del poder para castigar ciertras conductas y actitudes (Rodríguez, 2022).  A la pena de muerte se adhería la tortura previa y el espectáculo que tenía como protagonistas al  verdugo y al delincuente.  Ahora esos factores ya no son necesarios, pues se desarrollaron métodos más especializados y efectivos (Márquez, 2022).

 

Pena de muerte

La pena de muerte es el resultado jurídico de un delito cometido contra la sociedad. El fin de este castigo es imponer orden dentro de la sociedad y ser  una medida de disuasión, con lo que intenta legitimar un acto pretendidamente justo en pos de la paz. Desde este marco, la pena de muerte se instala como un homicidio consentido por la ley (Márquez et al., 2015). Es común en la opinión pública creer que la pena de muerte pondrá fin a todos los delitos graves, en EEUU diversos estudios  evidencian que esta no afecta significativamente las tasas de homicidio (García, 2014). Las leyes defienden que esta ley se ejerce en beneficio de la sociedad; sin embargo, es dudosa la correspondencia entre lo justo y lo ético (Márquez et al., 2015).

 Algunas de las personas que fueron condenadas a muerte sufrían severos  problemas mentales, o se encontraban bajo la influencia de sustancias psicoactivas cuando cometieron el delito. Estas personas no estaban pensando racionalmente, no eran capaces de pensar en las consecuencias de sus actos, o en la posibilidad de que fueran ejecutados. La pena suele recaer sobre los miembros más marginados de la sociedad, quienes  proceden de contextos empobrecidos tienen  mayor riesgo de ser sentenciados a muerte (García,2014) . ”La pena de muerte se aplica de manera desproporcionada contra los pobres, los desvalidos, los marginados o aquellas personas a las que los gobiernos represivos consideran oportuno eliminar” (Amnistia Internacional, 1999., p.17).

 Factores como la étnia o raza  también son significativos en la imposición o no de la pena de muerte. En  EEUU se ha confirmado que es más probable que una persona negra sea ejecutada por un homicidio que una persona blanca. Allí se encuentran altos porcentajes de condenados a muerte afroamericanos, en comparación con el porcentaje total de la población de esa procedencia racial. No existe estudio alguno que demuestre que la pena de muerte es un método eficáz para reducir la delincuencia o la violencia política  (García, 2014). 

El  análisis de 2484 homicidios perpetrados en EEUU en el estado de Georgia entre 1973 y 1979, demostraron que fueron sentenciados a muerte un 22% de los casos que compromete  a un homicida negro y a una víctima blanca; 8% cuando el homicida y la víctima eran blan­cos; 3% cuando el homicida era blanco y la víctima negra; y 1% cuando homicida y víctima eran negros (Quilatán, 1999).

Derechos Humanos

En 2005, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU  aprobó la Resolución 2005/59, estableciendo que “la abolición de la pena de muerte contribuye a realzar la dignidad humana y el desarrollo progresivo de los derechos humanos, resultando esencial para la protección del derecho a la vida” (Amnistía Internacional, 2006). En octubre del mismo año  la Conferencia General de la Unesco aprobó la Declaración universal sobre bioética y derechos humanos. Allí  se problematiza sobre el problema ético en las ciencias médicas, expresando la necesidad de hacer valer los derechos esenciales del ser humano, a pesar de las diferencias culturales, religiosas y sociales (Márquez et al., 2015).

“La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (Naciones Unidas, 2013). En este marco las normas internas de un Estado deben contemplar los sujetos  como iguales en dignidad, respetando las diferencias. En el año 2005, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU establece la Resolución 2005/59, la cuál manifiesta que “la abolición de la pena de muerte contribuye a realzar la dignidad humana y el desarrollo progresivo de los derechos humanos, [resultando] esencial para la protección del derecho a la vida” (Amnistía Internacional, 2006).

 Los defensores de la pena de muerte no consideran que los privados de libertad  también tienen derechos humanos, los cuales son inalienables e innegables, siendo el primero de ellos el derecho a vivir. Esto implica un trato digno, el cuidado de la salud, el ejercicio de la libertad, el trato igualitario y  el derecho al trabajo  entre otros. Si se inhabilita el derecho a la vida, lo demás  también pierde relevancia,  y  la pena de muerte deja en evidencia  que el sujeto no merece gozar de un bienestar (Márquez,2014).

Principios Éticos

Para resolver conflictos vinculados a la toma de decisiones en  el área biomédica, surge la bioética de orientación principialista basada en “Los Cuatro Principios” postulados por Beauchamp y Childress. La bioética principialista busca sistemáticamente un método adecuado ante los dilemas bioéticos. En 1979 estos dos autores se basaron en el “Informe Belmont”, para realizar  procedimientos éticos que debían guiar la investigación con seres humanos .Así surgen los principios bioéticos de: beneficencia, no-maleficencia, autonomía y justicia. Básicamente lo que postula el Principio de Beneficencia es hacer  el bien. Es evidente que todo el personal del área de la salud ha sido formado para hacer el bien al paciente y a la sociedad en su totalidad. Se basa en que los procedimientos diagnósticos y terapéuticos aplicados a los pacientes deben ser seguros y efectivos, buscando siempre poder beneficiarlos. El Principio de no-maleficencia procede del principio hipocrático: “ante todo, no hacer daño”. Esto implica que todo profesional  sanitario deberá utilizar sus conocimientos para evitar perjuicios al enfermo. El balance entre riesgos y beneficios de la intervención médica siempre debe estar a favor de los beneficios. El Principio de autonomía refiere a la capacidad que tiene el sujeto de poder elegir. Algo que no se ha tomado en cuenta  durante muchos siglos, ya que  el paciente no participaba en la toma de decisiones y el médico era quien decidía que era mejor para su paciente, el cual terminaba por aceptarlo. Para fomentar este principio se elaboró el “consentimiento informado” para garantizarle al  paciente toda la información correcta y necesaria sobre el acto médico a realizar. Pasando al  Principio de Justicia el mismo se basa en dos hechos: 

Todas las personas, por el mero hecho de serlo, tienen la misma dignidad, independientemente de cualquier circunstancia, y por tanto, son merecedoras de igual consideración y respeto. —Hay que luchar por una distribución justa y equitativa de los siempre limitados recursos sanitarios para conseguir el máximo beneficio en la comunidad, evitando desigualdades en la asistencia sanitaria. (Azulay, 2001., p. 652)

Los principios éticos de beneficencia y no maleficencia han sido los más relevantes en la intervención sanitaria, dando lugar así a  un paternalismo autoritario(con buenas intenciones)  aceptado por la sociedad. Esto ha cambiado en las últimas décadas, donde los principios de autonomía y de justicia se destacan cada vez más (Azulay, 2001).

Conclusión

La aplicación de la pena de muerte implica violar el derecho humano más básico que poseemos: el derecho a la vida. Pretendiendo  establecer el  órden dentro de la sociedad termina por ser  una medida de disuasión fallida, ya que no se ha demostrado que su aplicación genere algún cambio significativo a la hora de reducir los delitos. En pos de brindar seguridad a la sociedad y en nombre de la justicia se lleva a cabo lo que podría considerarse un homicidio consentido dentro de la ley, que entra en conflicto con lo establecido por los derechos humanos y todo principio ético, destacando el de  no maleficencia y beneficencia. Los  condenados a muerte suelen pasar años en el denominado corredor de la muerte, que lejos está del principio de  justicia, ya que el sufrimiento psicológico  que este proceso implica, despoja de toda dignidad al condenado. Proceso en el que suelen estar involucradas personas de raza negra y personas  provenientes de contextos vulnerables según diversos estudios. Este sesgo evidencia que este sistema no contempla a todos  los sujetos  como iguales en dignidad, pues desde el vamos que no se está respetando el principio de no maleficencia, de no hacer daño. 

Ante este panorama, todo apunta a que la aplicación de la pena capital parte de la premisa de que algunos seres humanos no merecen gozar de bienestar, y que bajo el nombre de la justicia deben ser despojados de todo derecho que les corresponda, y deben ser asesinados en pos de vivir en una sociedad mejor. 

 

Bibliografía

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Azulay, A. (2001). Los principios bioéticos: ¿se aplican en la situación

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García-Moreno, B. (2014). Pena de muerte y derechos humanos: hacia la abolición universal. Cuenca, Spain: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucu/57280?page=24.

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 Márquez Mendoza, Octavio, &  Veytia López, Marcela, &  Guadarrama Guadarrama, Rosalinda, &  Ruiz Peña, Sergio, &  González Fabián, Elba Margarita (2015). La pena de muerte desde la bioética y los derechos humanos. CIENCIA ergo-sum, Revista Científica Multidisciplinaria de Prospectiva, 22(1),75-81.[fecha de Consulta 10 de Octubre de 2022]. ISSN: 1405-0269. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10434128009

Naciones Unidas (2013). Declaración universal de los derechos humanos. Disponible en http://www.un.org/ es/documents/udhr/

Quilatán Arenas, R. (1999). La pena de muerte: protección consular. México D.F, Mexico: Plaza y Valdés, S.A. de C.V. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucu/73238?page=34.

Rodríguez, J.(2022).  Anuario Jurídico y Económico Escurialense. LV (2022) 141-164 / ISSN: 1133-3677